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Doctores de cuatro patas

  • Patricia González
  • 19 ago 2017
  • 6 Min. de lectura

Son las siete de la mañana y suena la alarma. Se despereza y pronto se pone en marcha. Toma buen desayuno, algo siempre necesario para empezar bien el día. Hoy brilla el sol y lleva su collar de la suerte, lo que significa que será un gran día. Va de camino al trabajo, camina alegre y despreocupado junto a su mejor amiga, y se pregunta a qué nuevo amigo conocerá hoy. Su nombre es Gala y es una perra de terapia.

La autora Maggie Tucker define la terapia asistida con animales, en su obra The Pet Partners Team Training Manual: A Delta Society Program for Animal-Assisted Activities and Therapy, como “una modalidad de tratamiento terapéutico en que un animal que cumple determinados criterios forma parte integral del proceso. Este tipo de terapia está dirigida por un profesional de la salud quien marca los objetivos específicos del tratamiento. Su propósito es el de fomentar la mejoría en el funcionamiento físico, social, emocional y/o cognitivo de los seres humanos”. Aunque, por supuesto, no supone un sustitutivo de las terapias o tratamientos educativos, sino que más bien funciona como un complemento; ayudando a obtener mejoras en el paciente de una manera más rápida.

Desde sus inicios, el ser humano ha demostrado un fuerte vínculo con los animales. Esta relación hace que el ser humano sienta una gran afinidad con ellos, hasta tal punto de hacernos sentir mejor de forma emocional e incluso psíquica y física. Algo que el biólogo americano Edward Wilson define como "biofilia", un placer instantáneo que sentimos a ponernos en contacto con la naturaleza salvaje, y que se encuentra en su libro Biophilia (1984).

Son más que conocidas las implicaciones para la salud que existen en el vínculo que existe entre hombres y animales, así como la multitud de beneficios que se crean al integrar animales en los protocolos de los centros dedicados al tratamiento de enfermos mentales, o en programas educativos para sectores que requieren una ayuda especial. La presencia de animales de compañía se asocia a sensaciones de tranquilidad y relajación así como reducción del ritmo cardíaco o de la presión sanguínea. Como bien queda comprobado en los estudios de Nimer y Lundahl recogidos en su artículo Animal-Assisted Therapy: A Meta-Analysis, de 2007.

Pero con las terapias asistidas con animales se pueden conseguir un mayor número de beneficios para nuestra salud, los cuales afectan directamente a nuestro estado físico mediante una reducción de la presión arterial, fortalecimiento de los músculos, recuperación de los enfermos cardiacos; a nuestro estado anímico, disminuyendo la ansiedad y el estrés; y a nuestro comportamiento social, ya que facilita la interacción con otras personas y estimula el diálogo.

¿A quiénes ayudan?

Estas terapias suelen estar dirigidas a grupos sociales o individuos con problemas sociales o discapacidades. Según la Fundación Affinity, las personas mayores suelen tener ciertas necesidades como el ser atendidos, escuchados y hablar, y los animales les pueden ayudan a cubrirlas. Destaca, en gran medida, la disminución del sentimiento de soledad y, por otra parte, un aumento del sentimiento de responsabilidad por tener que cuidar a alguien. Beneficiando un correcto equilibrio emocional de la persona. En los niños, la Fundación destaca su efecto en jóvenes con trastorno por déficit de atención, con espectro autista o con hiperactividad son algunos de los casos en los que se están utilizando terapias asistidas con mascotas como perros y gatos. Éstas crean efectos calmantes y motivadores en los niños, lo que supone un valioso avance en el tratamiento de dichos trastornos. También podemos encontrar útil este tipo de terapias durante la adolescencia, una etapa que se caracteriza por experimentar muchas sensaciones tales como el estrés, la ansiedad o la soledad. Por último, encontramos aquellas terapias dirigidas a personas con discapacidades intelectuales o cognitivas, donde destacan los casos de autismo, síndrome de down o parálisis cerebral. La Fundación Affinity afirma que los animales pueden ser, en estos casos, “un excelente motivador para mejorar sus capacidades, fomentando el desarrollo de nuevos aprendizajes”.

Collares por estetoscopios

Una de las terapias asistidas por animales más famosa es aquella realizada por el conocido como " el mejor amigo del hombre", por los perros. La Asociación Arca, de Sevilla, define a estos ayudantes peludos como “aquél que ha sido seleccionado, entrenado y adiestrado de manera íntegra para adentrarse dentro de un programa terapéutico como herramienta al servicio de las personas encargadas de la terapia, para alcanzar los objetivos de mejora marcados de una forma más rápida, todo ello encaminado a el aumento de la calidad de vida y la integración social de personas con discapacidad”.

El perro es un motivador que en muchas ocasiones llega donde el humano no puede. Normalmente, se ubica a cada perro de terapia en un grupo o grupos de población donde mejor pueda trabajar y desenvolverse en función de sus cualidades y aptitudes. Los perros presentan esa maravillosa característica de falta de prejuicios. Aceptan a las personas en sí mismas, independientemente de si tienen o no discapacidad, trastornos o problemas. Y son un increíble detector emocional; son capaces de detectar a aquellas personas que se encuentra emocionalmente decaídas y ayudar así en el trabajo del terapeuta. La Fundación Affinity esclarece que “es necesario destacar -en contra de lo que mucha gente cree-, que un perro de terapia no tiene porqué ser un ‘superperro’, ni soportar cualquier tipo de comportamiento por parte de los usuarios”. Haciendo ver que aquellas personas que recurran a este tipo de terapias también han de presentar cierto compromiso de respeto con el animal.

Los terapeutas son los encargados de estructurar y realizar la sesión, pendientes siempre de los usuarios y buscando activar la intervención de éstos durante el proceso. Así mismo, tiene los ojos puestos en el perro en todo momento, observando sus niveles de estrés, preocupado por cualquier incidente que pudiera dañar al perro.

Para la elección de un perro de terapia, se examinan a fondo la personalidad y el comportamiento del cánido, pues un perro que sea inestable, agresivo o con cualquier otro problema en su comportamiento le haría imposible para el trabajo en este tipo de terapias. Normalmente, los canes viven con familias que tengan entre sus miembros personas mayores y niños. Estos perros tienen que ser equilibrados: mentalmente, seguros y fuertes. En muchas ocasiones, los perros de terapias están expuestos a pacientes con graves trastornos o muy imprevisibles, por lo que se necesita tener un mínimo de garantías para que lo perros no reaccionen de manera inapropiada. Las características que deben presentar estos perros son en resumen el ser fiables, dóciles, deben estar adecuados para tareas especializadas (el animal debe de ser capaz de ayudar al paciente y al terapeuta dentro de un contexto determinado, lo cual cambia según se trabaje con un grupo u otro), confiables, sociables, seguros y sanos.

Las terapias asistidas por perros, suman a los beneficios propios de este tipo de tratamientos sus propios refuerzos a los pacientes. La asociación Arca hace un listado de estos beneficios que crean las terapias asistidas por perros, en el cual encontramos los siguientes puntos:

  • Disminución del estrés, en problemas de depresión.

  • Conseguir una reducción de los niveles de ansiedad en el paciente.

  • Mejorar los casos de depresión.

  • Aumentar la actividad física de los pacientes.

  • Elevar el estado de ánimo y aumento de autoestima.

  • Los enfermos reciben el amor incondicional del animal.

  • Aprender a respetar. Mejora de los trastornos emocionales.

  • En muchos casos se palia la soledad de los pacientes.

  • Favorece el intercambio afectivo.

  • Los enfermos muestran un mayor interés por seguir con la terapia.

Este tipo de terapias funcionan como un remedio natural para muchas personas, aportando bienestar a la salud a través de la interacción con los animales. Haciendo que el hombre vuelva a su estado más natural, rodeado de criaturas como los perros, se pueden llegar a conseguir grandes resultados y mejorar en aspectos donde la medicina no es capaz de llegar.

Gala llegó esa mañana pronto a trabajar. Cuando las puertas de la habitación se abrieron, pudo sentir las miradas fijas en ella. Sonrisas, carcajadas, palmadas y su nombre repetido una y otra vez llenaban la sala. Hoy empezaba un nuevo día, una nueva oportunidad para ayudar a sus humanos a poder mejorar sus vidas. Gala estaba lista, apretó fuerte sus dientes y comenzó a hacer felices a todos los que la necesitaron.

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